Cargar las baterías del cuerpo

Hay un ejemplo que nos da la comprensión de todo lo que llevamos dicho. Los chakras, son como el motor de un automóvil, como su batería. Los vórtices corresponderían a las bujías, fundida una, no funciona el arranque del coche. Hay que cargarlas, porque sólo así, la vida del individuo empezará a experimentar una sensación de bienestar y de transformación y crecimiento personal.

El autocontrol es un factor decisivo. La práctica de este autocontrol puede iniciarse con un procedimiento sencillo: Educa a tu mente consciente para que te haga saber cuándo algo desacostumbrado ocurre en tu organismo. Cuándo percibes que algo va mal. En una palabra, inspecciona tu cuerpo. ¿Cómo hacerlo? Empieza por los pies y sube poco a poco. ¡Piensa!, este pie no se mueve tan suavemente como el otro; tengo las pantorrillas demasiado tensas y debo relajarlas… Ahora en esta situación de conciencia examina mentalmente cada parte de tu cuerpo. ¡Fíjate bien!

Crea ‘‘una imagen espectacular’’ y ordénale que recorra todo tu cuerpo inspeccionando todos los órganos y su funcionamiento. Concéntrate en ello. Al principio sentirás una acumulación de energía pero no te preocupes, que lentamente desaparecerá.

Para entender que el ‘‘invento funciona’’, tienes que darte cuenta que tú eres una batería humana que puede volverse inactiva con energía densa. Para recargarla, no te olvides de la comparación que hemos hecho con el automóvil, debes usar las tomas de tierra, es decir tus piernas y pies. Para que éstas tomas de tierra sean eficaces, no debes tener ningún material aislante a tu alrededor. Tus zapatos deben ser de suela de cuero, y tus calcetines deben ser de una fibra natural, como el algodón o la lana.

Y ahora empieza tu verdadera aventura. Pon atención a las indicaciones que se dan en el texto para obtener una verdadera potenciación. ¿Estás preparado? ¡Adelante!

Una vez relajado, iníciate pues en el siguiente ejercicio, y piensa, que tu batería necesita dos cables de empalme, dos polos de energía: tus brazos y tus manos. Éstas pueden funcionar como cables de empalme; una puede ser la mano que envía, emitiendo energía y la otra será la mano que recibe, absorbiendo energía.

Para empezar, colócate una mano abierta y plana en el plexo solar, entre las costillas y el ombligo. La mano debe apoyarse sobre este punto, esto es esencial; no hay necesidad de ejercer presión alguna. Este es el aparato emisor. La otra mano la colocarás detrás del cuello, con la cara interna de los dedos apoyada a lo largo de las vértebras cervicales: el meñique en el Atlas, el índice cerca de la primera vértebra torácica, el corazón y el anular, espaciados entre ellos de forma regular. Imagina como si tuvieses los cuatro dedos sobre el teclado de un piano. Aplica, ahora, una ligera presión y mantén los dedos firmemente apoyados en estos puntos por espacio de tres minutos.

¿Qué sucede? Durante este tiempo, tu mano emisora (en el plexo solar) impulsa la energía obstaculizada hacia arriba, hacia el cuello, e inmediatamente se producirá una circulación entre las dos manos, librando la energía y permitiendo su fácil descarga.

Ahora cambia la posición de las manos y con el flujo de energía colocando en el cuello la mano que estaba delante, y la mano del cuello en el plexo solar. Espera tres minutos, mientras piensas que la energía se desplaza entre ellas.

Sentirás un alivio en corto plazo, porque al desplazar la energía se produce esta circunvalación a lo largo de la columna vertebral, potenciando los chakras.